Estar casi permanentemente en el bolsillo o en el bolso de 4.000 millones de ciudadanos de todo el mundo debe ser un sueño para cualquier empresa. Además de los bancos, con la casi universal tarjeta de crédito, sólo la operadoras de telefonía móvil pueden aspirar a una presencia, tan cercana y tan global, con su clientela.
No en vano, el móvil es el objeto que la mayor parte de los encuestados en un reciente estudio europeo confesaron como principal motivo para volver a casa cuando lo olvidan, por delante de la cartera.
Este aún imbatible atributo es el que convierte las telecomunicaciones móviles en objeto de deseo de un altísimo número de actores. Es el caso de buena parte de los Gobiernos europeos, entre el español, que han convertido al sector en el más gravado de la industria, con impuestos y tasas por conceptos que van desde el uso del espectro radioeléctrico, es decir, del aire, hasta por utilización del dominio público, es decir, la calle. Evidentemente, no sólo para los gobiernos es goloso este sector, hasta ahora gestionado casi enteramente por los operadores móviles, que tienen la relación directa con los clientes.
El asunto es que todos los actores quieren dirigirse al mismo destino: conquistar al usuario y fidelizarlo de forma que sus acciones a través de los móviles transcurran en sus dominios. A ese propósito se han lanzado de forma unívoca los fabricantes de terminales con marcas poderosas y los desarrolladores de sistemas operativos.
Eso es lo que pretende Google con su Android, donde un cliente puede pasar el día completo utilizando las aplicaciones del gigante de las búsquedas (correo, mensajería instantánea, llamadas de voz por IP, mapas, aplicaciones de escritorio, sitios de fotos y vídeos...) sin salir jamás de ese jardín cerrado y sin pasar por las webs del operador.
Bajo ese concepto, similar al que tratan de imponer Apple con el iPhone, el iPhone OS (su sistema operativo) y la App Store (la tienda de aplicaciones), o BlackBerry, desplegando un ecosistema de aplicaciones similar y también instalado en modo virtual.
Y al que se han apuntado otros fabricantes como Motorola, con su novedoso MotoBlur, un agregador de comunicaciones y redes sociales (que guarda los datos críticos del usuario como las cuentas de las redes sociales, los contactos y la entrada de todos sus sistemas de mensajería en sus propios servidores) que funcionará como un perfecto fidelizador de usuarios. Lo mismo se puede decir de Windows Mobile, de Microsoft y por supuesto de toda la galaxia Ovi, la apuesta de Nokia por despegarse de los terminales como fuente principal de ingresos y convertirse en una compañía de servicios y contenidos online.
De momento, Vodafone ha respondido a este reto con 360, un macroportal de servicios que ofrecer integrar todas las necesidades de comunicación del cliente, especialmente a través de las redes sociales. El resto de operadoras todavía se lo están pensando. Cuando reaccionen igual es tarde.
Ofertas ‘clandestinas’ para móviles
Telefónica es la operadora que con mayor interés está explotando un nuevo tipo de ofertas para sus clientes de móviles, que sólo existen bajo demanda de los usuarios. Estas propuestas clandestinas no se promocionan ni se publicitan, sólo se exponen cuando el cliente amenaza con llevarse su factura a un operador rival.
Entonces, surgen precios por minuto nunca vistos, condiciones sin igual para cambiar de teléfono y ausencia de penalizaciones. Estamos en crisis y el ingreso por cliente es importante, pero fidelizarlo, aunque sea a petición, lo es más.
No en vano, el móvil es el objeto que la mayor parte de los encuestados en un reciente estudio europeo confesaron como principal motivo para volver a casa cuando lo olvidan, por delante de la cartera.
Este aún imbatible atributo es el que convierte las telecomunicaciones móviles en objeto de deseo de un altísimo número de actores. Es el caso de buena parte de los Gobiernos europeos, entre el español, que han convertido al sector en el más gravado de la industria, con impuestos y tasas por conceptos que van desde el uso del espectro radioeléctrico, es decir, del aire, hasta por utilización del dominio público, es decir, la calle. Evidentemente, no sólo para los gobiernos es goloso este sector, hasta ahora gestionado casi enteramente por los operadores móviles, que tienen la relación directa con los clientes.
El asunto es que todos los actores quieren dirigirse al mismo destino: conquistar al usuario y fidelizarlo de forma que sus acciones a través de los móviles transcurran en sus dominios. A ese propósito se han lanzado de forma unívoca los fabricantes de terminales con marcas poderosas y los desarrolladores de sistemas operativos.
Eso es lo que pretende Google con su Android, donde un cliente puede pasar el día completo utilizando las aplicaciones del gigante de las búsquedas (correo, mensajería instantánea, llamadas de voz por IP, mapas, aplicaciones de escritorio, sitios de fotos y vídeos...) sin salir jamás de ese jardín cerrado y sin pasar por las webs del operador.
Bajo ese concepto, similar al que tratan de imponer Apple con el iPhone, el iPhone OS (su sistema operativo) y la App Store (la tienda de aplicaciones), o BlackBerry, desplegando un ecosistema de aplicaciones similar y también instalado en modo virtual.
Y al que se han apuntado otros fabricantes como Motorola, con su novedoso MotoBlur, un agregador de comunicaciones y redes sociales (que guarda los datos críticos del usuario como las cuentas de las redes sociales, los contactos y la entrada de todos sus sistemas de mensajería en sus propios servidores) que funcionará como un perfecto fidelizador de usuarios. Lo mismo se puede decir de Windows Mobile, de Microsoft y por supuesto de toda la galaxia Ovi, la apuesta de Nokia por despegarse de los terminales como fuente principal de ingresos y convertirse en una compañía de servicios y contenidos online.
De momento, Vodafone ha respondido a este reto con 360, un macroportal de servicios que ofrecer integrar todas las necesidades de comunicación del cliente, especialmente a través de las redes sociales. El resto de operadoras todavía se lo están pensando. Cuando reaccionen igual es tarde.
Ofertas ‘clandestinas’ para móviles
Telefónica es la operadora que con mayor interés está explotando un nuevo tipo de ofertas para sus clientes de móviles, que sólo existen bajo demanda de los usuarios. Estas propuestas clandestinas no se promocionan ni se publicitan, sólo se exponen cuando el cliente amenaza con llevarse su factura a un operador rival.
Entonces, surgen precios por minuto nunca vistos, condiciones sin igual para cambiar de teléfono y ausencia de penalizaciones. Estamos en crisis y el ingreso por cliente es importante, pero fidelizarlo, aunque sea a petición, lo es más.
Fuente: Expansión.com http://www.expansion.com/2009/09/28/opinion/1254169964.html
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