Cada vez que abrimos el correo o comprobamos los comentarios, nos encontramos con una oleada de mensajes que nos ofrecen productos farmacéuticos, operaciones estéticas de una u otra clase, viajes, premios y el ocasional timo de la estampita.
A estas alturas de la vida, cuando el spam se ha convertido en una de las faenas cotidianas, podría parecer que ya nadie hace clic en estos enlaces ni abre esos correos, pero según un estudio, la mitad de los internautas estadounidenses y de Europa occidental confesaron haber caído. Y de ellos, casi la mitad lo había hecho a propósito.
Eso dice el estudio anual del Grupo de Trabajo Ipsos Contra el Mal Uso de la Mensajería (que resumiremos en sus mucho más breves siglas en inglés, MAAWG), que demuestra que enviar spam, sobre todo a través de una red botnet, compensa si la gente sigue picando.
Antes de que empiece a indignarse por esos venerables internautas ancianos, tan despistados, o a mirar por encima del hombro a esos navegantes ocasionales, tan novatos, sepa que la gente que se cree más experta es la que más mete la pata.
Los menores de 35 años, según el estudio, abren correos basura con más frecuencia, tienden más a hacer clic en los enlaces que contienen y por si fuera poco, responden más que los mayores.
Y lo peor de todo es que saben a qué se arriesgan, y casi todos dijeron saber de la existencia de botnets, esas redes de ordenadores zombis que envían correos a mansalva sin que sus dueños lo sepan. Pero en un caso ejemplar de "eso no me puede pasar a mí", unos dos tercios de los encuestados pensaba que era improbable que su ordenador se infectara.
Así, es normal que haya entre 60 y 100 millones de ordenadores zombis en el mundo
Fuente: baquia