A no ser que trabaje en una compañía que prohíba el uso de la BlackBerry en reuniones, ha visto todo este tipo de comportamientos.
Con mucha probabilidad, usted ha sido el protagonista de ellos. Pero, ¿es de mala educación?, ¿la presión del tiempo y las bandejas de entrada desbordadas no hacen que esto sea un mal necesario en el lugar de trabajo del siglo XXI?
Otros periodistas que han sacado tiempo de sus momentos dedicados a borrar correos electrónicos para investigar este tema candente han concluido que la sociedad educada odia al empleado cuyos ojos se desvían de la presentación de PowerPoint a la nueva alerta de correo electrónico.
Pero como alguien que trata de ignorar el zumbido de el BlackBerry, solicito permiso para apelar este fallo colectivo ante las mejores mentes del sector.
Después de todo, cualquier tecnología nueva que transforma las comunicaciones encuentra resistencia de la vieja guardia. Sin duda, los chicos aceptan que es posible concentrarse en una reunión y aceptar peticiones por correo electrónico para asistir a otras reuniones al mismo tiempo.
¿Cuestión de generaciones?
No me costó muchas búsquedas en Google para encontrar ciertos datos que confirmaron mi corazonada: mientras que el 68% de la generación del 'baby-boom' que nació antes de 1964 cree que el uso de smartphones durante las reuniones es algo que distrae, sólo el 49% de los menores de 30 años lo considera un problema.
Como señala este sondeo de 2008 de LexisNexis, eso supone menos de la mitad. Si la persona que dirige su reunión es de la Generación Y, hay incluso más posibilidades de que no le importe que compruebe su e-mail. Aún así, la mayoría de nosotros tenemos jefes que son demasiado mayores como para ir a trabajar en patineta.
¿Qué piensa la Generación X de los enganchados a el BlackBerry? Pregunté a John Freeman, miembro de esa generación y autor de ‘La tiranía del correo electrónico': "Ya no tienes la atención total de todo el mundo en una reunión, y creo que esa es la razón por la que las reuniones se han convertido en tan poco eficaces", escribió en un e-mail.
"Ya sean todos los que intenten teclear bajo la mesa, o los que descaradamente lo hacen abiertamente, el mensaje, desde un grupo significativo de los reunidos es: tengo otras cosas que hacer. Lo que destroza totalmente el propósito de la reunión: querer crear una sensación de objetivo de grupo. Y además, eso es de mala educación".
Pero John, yo puedo hacer varias tareas al mismo tiempo. Puede que parezca que estoy actualizando mi estatus de Facebook por debajo de la mesa, pero un compañero me ha enviado una pregunta urgente y puedo responderla y concentrarme en la presentación al mismo tiempo. Sin duda, puedo conseguir que un experto en multitarea me respalde en esto.
Llamé a Clifford Nass, un profesor de comunicación en la Universidad de Stanford en California. Nass formó parte de un grupo que investigó la capacidad de concentración de estudiantes que hacían varias cosas a la vez con frecuencia mientras consumían medios de comunicación.
¿Descubrió que los que escuchamos y enviamos correos electrónicos a la vez somos una brigada de élite de trabajadores hipereficientes? No exactamente.
Según la investigación del equipo de Stanford, pasar de una tarea a otra tiene un costo para la memoria y la atención. Y ese costo aumenta para la gente que está enganchada a la "multitarea".
Así que la ciencia sugiere que la apariencia de no prestar atención cuando comprueba su e-mail en una reunión refleja la realidad: por mucho que piense que está prestando atención a dos cosas al mismo tiempo, no es cierto. Y si aún así la BlackBerry está en mi bolsillo, llamándome durante la reunión: ¡Compruébame! ¡Compruébame! ¿Qué puedo hacer?
"Tiene que ser más consciente de que lo que está haciendo puede ser ofensivo para otros", dijo Robert Gordon, que trabaja con adultos con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
Gordon, que trabaja en Toronto, dice que la estrategia para ejecutivos con TDAH es separarles de sus distracciones. Así que en el caso de la BlackBerry, eso significa apagarla. Hago una apelación final. Rob, hay partes de muchas reuniones que no son relevantes para mí. ¿Qué pasa si compruebo mi e-mail entonces?
"Entonces la responsabilidad es de la persona que convoca la reunión, que debe estar más centrada en la agenda", declaró. Así que ahí está la respuesta. No es mi culpa si compruebo de forma descortés mi BlackBerry. Es su culpa por no hacer más interesante la reunión. Y eso es simplemente malos modales.
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