Al escuchar “GPS” la mayoría de la gente lo asocia con esos aparatos instalados en el coche (y ahora también en cada vez más móviles) que van mostrando las calles o la ruta a seguir.
Pero el Global Positioning System también se encarga de que los cajeros automáticos nos den dinero, de que los aviones no se pierdan o de que las bolsas muevan miles de millones de dólares en transacciones financieras cada minuto, entre otras muchas aplicaciones.
Por eso es tan importante el buen funcionamiento de los 24 satélites que conforman el sistema GPS mundial, y por eso se van a reemplazar uno por uno para aumentar su precisión y dotarlos de mejores capacidades. Por ejemplo, se podrá precisar la localización de una persona con un margen de error de menos de un metro.
El pasado fin de semana se lanzó desde Cabo Cañaveral el primer reemplazo, según recoge un reportaje de LA Times. Durante los próximos diez años se invertirán 8.000 millones de dólares en sustituir los 24 satélites actuales, siguiendo un plan que ya lleva tres años de retraso.
Doce de esos nuevos satélites los construirá la división de Sistemas e Inteligencia Espacial de Boeing, y otros dieciocho serán fabricados por Lockheed Martin; de éstos, seis se guardarán como repuestos ante posibles incidencias.
Con el nuevo sistema, no sólo se aumentará la precisión de las localizaciones, sino que las mejoras afectarán a unas cuantas industrias. Tampoco hay que olvidar los usos militares: de hecho, el Departamento de Defensa es el principal impulsor de esta “operación renove”.
Tal vez muchos se sorprendan al saber que el Pentágono controla el actual sistema GPS en todo el mundo. Hasta el año 2000, degradaba las señales que podían captar los aparatos de los ciudadanos; desde entonces, después de que el presidente Clinton ordenara que se pusiera fin a ese control, proliferaron las aplicaciones comerciales.
Pero muchos países no están conformes con que un organismo militar controle algo tan importante como el sistema GPS mundial. Por eso China, Rusia o la UE (a través del programa Galileo) están invirtiendo millones de eruos en desarrollar sus propias alternativas.
Pero el Global Positioning System también se encarga de que los cajeros automáticos nos den dinero, de que los aviones no se pierdan o de que las bolsas muevan miles de millones de dólares en transacciones financieras cada minuto, entre otras muchas aplicaciones.
Por eso es tan importante el buen funcionamiento de los 24 satélites que conforman el sistema GPS mundial, y por eso se van a reemplazar uno por uno para aumentar su precisión y dotarlos de mejores capacidades. Por ejemplo, se podrá precisar la localización de una persona con un margen de error de menos de un metro.
El pasado fin de semana se lanzó desde Cabo Cañaveral el primer reemplazo, según recoge un reportaje de LA Times. Durante los próximos diez años se invertirán 8.000 millones de dólares en sustituir los 24 satélites actuales, siguiendo un plan que ya lleva tres años de retraso.
Doce de esos nuevos satélites los construirá la división de Sistemas e Inteligencia Espacial de Boeing, y otros dieciocho serán fabricados por Lockheed Martin; de éstos, seis se guardarán como repuestos ante posibles incidencias.
Con el nuevo sistema, no sólo se aumentará la precisión de las localizaciones, sino que las mejoras afectarán a unas cuantas industrias. Tampoco hay que olvidar los usos militares: de hecho, el Departamento de Defensa es el principal impulsor de esta “operación renove”.
Tal vez muchos se sorprendan al saber que el Pentágono controla el actual sistema GPS en todo el mundo. Hasta el año 2000, degradaba las señales que podían captar los aparatos de los ciudadanos; desde entonces, después de que el presidente Clinton ordenara que se pusiera fin a ese control, proliferaron las aplicaciones comerciales.
Pero muchos países no están conformes con que un organismo militar controle algo tan importante como el sistema GPS mundial. Por eso China, Rusia o la UE (a través del programa Galileo) están invirtiendo millones de eruos en desarrollar sus propias alternativas.
Fuente: baquia
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