Sumando la fiebre por la geolocalización por un lado y la crisis de la privacidad por otro, nos encontramos con el proyecto de Apple de conocer siempre la"localización precisa" de cada iPhone.
La letra pequeña es importante, al margen de su tamaño. Y puede ocurrir que apenas un párrafo resulte de una importancia capital. Por ejemplo, un párrafo en la política de privacidad de una empresa que le reserva el derecho de tener siempre localizado el dispositivo que te han vendido, y compartir esa información con terceros.
Eso es lo que indica Apple en sus nuevas normas. El texto despierta hostilidades precisamente cuando los usuarios empiezan a darse cuenta de que la guerra por la privacidad no va necesariamente bien, pero la puntillita es la puntualización sobre conocer nuestra ubicación "precisa", por si pensábamos que íbamos a poder decir que estábamos en casa y no en el bar de abajo.
La reacción principal ha sido, digamos, de descontento, con las palabras "espiar" y "acechar" bastante repetidas, y haciendo (algo) de sombra a la actualización de su sistema operativo móvil.
Es cierto que la empresa no hará semejante cosa a menos que el usuario acepte los nuevos términos de uso. También es verdad que el usuario no podrá descargarse ninguna aplicación ni archivo de iTunes hasta que acepte. Así que en el fondo, opcional lo que se dice opcional no es.
Los Angeles Times apunta que Google -que está viviendo su propio escándalo de privacidad- guarda desde hace tiempo información sobre dónde están los móviles con Android, aunque no aclara cómo ni dice si la comparte con terceros.
El argumento de Apple es que tan precisa información se utilizará para mejorar sus servicios (por ejemplo, esas tropecientas aplicaciones basadas en geolocalización), contenido y publicidad. Pero no podemos evitar preguntarnos si no será para no perder otro prototipo.
Eso es lo que indica Apple en sus nuevas normas. El texto despierta hostilidades precisamente cuando los usuarios empiezan a darse cuenta de que la guerra por la privacidad no va necesariamente bien, pero la puntillita es la puntualización sobre conocer nuestra ubicación "precisa", por si pensábamos que íbamos a poder decir que estábamos en casa y no en el bar de abajo.
La reacción principal ha sido, digamos, de descontento, con las palabras "espiar" y "acechar" bastante repetidas, y haciendo (algo) de sombra a la actualización de su sistema operativo móvil.
Es cierto que la empresa no hará semejante cosa a menos que el usuario acepte los nuevos términos de uso. También es verdad que el usuario no podrá descargarse ninguna aplicación ni archivo de iTunes hasta que acepte. Así que en el fondo, opcional lo que se dice opcional no es.
Los Angeles Times apunta que Google -que está viviendo su propio escándalo de privacidad- guarda desde hace tiempo información sobre dónde están los móviles con Android, aunque no aclara cómo ni dice si la comparte con terceros.
El argumento de Apple es que tan precisa información se utilizará para mejorar sus servicios (por ejemplo, esas tropecientas aplicaciones basadas en geolocalización), contenido y publicidad. Pero no podemos evitar preguntarnos si no será para no perder otro prototipo.
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