Foto: Milton Díaz / EL TIEMPO
El BlackBerry es uno de los aparatos más populares dentro del mercado de teléfonos inteligentes.
Este teléfono inteligente se ha vuelto cada vez más popular entre jóvenes que aún están en el colegio.
¿Cómo evitar que un joven, en pleno siglo XXI, asediado por los avances de la tecnología, quiera dar el salto del celular común y corriente al teléfono inteligente que usa el papá, el profesor o el compañero de clase?
El debate vuelve a surgir ahora que estos aparatos encuentran en los jóvenes entre 12 y 17 años un apetitoso mercado. "Dentro de nuestro objetivo entran los menores de edad. Los jóvenes no quieren perderse lo que sucedió en los perfiles de Facebook o de Twitter de sus amigos. Por eso, ofrecemos planes desde 27 mil pesos y equipos desde cero pesos", reconoce Isabel Pérez, gerente de Mercadeo de un operador de telefonía móvil.
Los días en que este teléfono sólo se veía en manos de ejecutivos empiezan a ser historia. Muchos menores de edad ya cargan uno entre el jean o el morral.
Sebastián tiene 15 años y le pidió a su tío que le regalara uno porque quería conectarse a Internet desde cualquier parte. "El teléfono tiene una función muy chévere, el BlackBerry Chat con el que puedo hablar gratis con mis papás y mis amigos y así me duran más los minutos", dice.
Pero las cosas adquieren otro matiz cuando estos aparatos empiezan a invadir otros espacios. Sebastián, por ejemplo, reconoce que 'chatea' con sus amigos mientras el profesor dicta clase y no se deja 'pillar' porque corre el riesgo de que se los decomisen.
Jaime Parra, rector del Gimnasio Los Andes, ya ha tenido conflictos de este tipo, pues el BlackBerry es un distractor que aleja a los alumnos de las actividades escolares. Sin embargo, reconoce que el teléfono tiene ventajas y herramientas que, de dárles un buen uso, pueden resultar en ventajas para los estudiantes.
"El hecho de poder acceder a información y a expertos en otros lugares del mundo y poder estar conectados a Internet en situaciones imprevistas es un atributo", dice Parra.
Ni bueno ni malo
El debate por el uso de teléfonos inteligentes en menores se extiende a padres de familia, profesores y expertos en el tema.
Juan Camilo Rozo, docente del Anglo Colombiano e integrante de la fundación 'Conectándonos' (www.conectandonos.net), que ofrece un programa de prevención para el buen uso de la tecnología con los adolescentes, cree que en la mayoría de casos los estudiantes no emplean adecuadamente este tipo de aparatos, dado que no fueron creadas como teléfonos dirigidos a un público infantil o adolescente. "Muchas veces los estudiantes hacen un uso desmedido del BlackBerry y no es culpa de ellos. Nadie los ha educado en un uso sano de la tecnología", enfatiza Rozo.
Por su parte, los padres de familia reconocen que existe falta de control cuando se tiene acceso ilimitado a Internet. "Esta clase de tecnología tiene que ir con un acompañamiento de los padres -explica Carolina Piñeros, directora ejecutiva de RedPaPaz (red de padres y madres)-. Muchas veces no conocemos si todos los contactos de nuestros hijos son personas de su misma edad o a qué tipo de información están accediendo desde su celular".
Piñeros añade que otra de las preocupaciones es la interacción de los menores cuando no está la tecnología de por medio. "No cabe duda de que manejan estos aparatos a la perfeccción, lo cual no tiene nada de malo, siempre y cuando se le dé un uso adecuado - sostiene Piñeros-. Pero nos preguntamos ¿cómo están sus habilidades verbales sin el uso de esta clase de tecnología?", por ejemplo.
Álvaro Franco, psiquiatra infantil, cree que los adolescentes le sacan mucho más jugo al BlackBerry del que podría sacarle un ejecutivo.
"Los jóvenes ahora tienen formas diferentes de relacionarse y tienen que estar al tanto de las nuevas tecnologías porque si no, se van a quedar atrás del resto", explica el experto.
Menciona incluso que un aparato como estos puede llegar a mejorar las relaciones entre padres e hijos, pues muchas veces los papás no saben manejar bien las funciones de estos teléfonos y les piden ayuda a sus hijos para que les enseñen.
"El uso de estos aparatos no es para satanizarse; simplemente los jóvenes tienen otra forma de ver la vida y de comunicarse", concluye Franco.
Cuatro integrantes de una familia conectados por un teléfono inteligente
Olga y Édgar son los padres de Tatiana, 16 años, y Mateo, 14, dos menores expertos en el uso de BlackBerry.
Es una familia que está en contacto permanente a través de este aparato, pues todos sus integrantes tienen uno.
"Una de las ventajas es que puedo hablar por medio del Chat con mis papás y ahora me duran más los minutos", dice Mateo.
A su hermana ya le robaron uno y trabajó para comprar otro con el dinero ahorrado.
"Me puse muy triste cuando pasó esto -dice Tatiana-. Me gusta poder acceder a cualquier lugar a Internet y, sobre todo, entrar a mi cuenta de Facebook y Twitter".
Los papás de estos jóvenes tienen un argumento adicional que puede generar controversia: les regalaron los teléfonos para poder estar conectados con ellos de manera instantánea y económica.
"Nosotros viajamos durante el año y es mucho más económico hablar por medio del BlackBerry Chat con nuestros hijos que hacer llamadas desde el exterior", explica Olga.
Édgar reconoce que el principal beneficio ha sido el poder chatear con sus hijos de manera ilimitada. "Solo pagamos un plan de datos y chateamos todo lo que queramos", explica.
Cuenta además que con la cámara del teléfono en ocasiones les pide a sus hijos que le envíen fotografías del lugar en el que están y así saber si están seguros.
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