Ya hemos visto ejemplos de gente que pierde su trabajo por una salida de tono en la Red. Era una cuestión de tiempo que llegaran también las demandas judiciales.
Una de las maravillas de Internet es la libertad de expresión que ofrece. Tanto si queremos hablar del partido del domingo, quejarnos del tiempo o criticar el servicio de transporte público, sólo tenemos que escoger dónde y descargar nuestra ira en un blog, en un comentario en un periódico, en un foro, en una red social...
Por otro lado, y mientras los usuarios aprovechaban al máximo las facilidades de comunicación de la Red, las empresas se fueron dando cuenta de lo mucho que importaba su imagen en el ciberespacio. De montar una página web pasaron a abrirse una cuenta en Facebook, de ahí a Twitter, de ahí a contratar un community manager y ahora... a los tribunales.
Al fin y al cabo, ahora que las empresas e instituciones saben que su reputación en Internet vale dinero, es lógico que intenten defenderla. Un ejemplo de esto es el que aparece en un artículo en The New York Times.
Un servicio de grúas de Michigan retira un coche a pesar de que estaba bien aparcado. El dueño, indignado por haber tenido que pagar para recuperar su coche, crea una página en Facebook contra la empresa. Y al final, le han demandado por difamación. Le reclaman 750.000 dólares de indemnización.
Es verdad que esto ha pasado en Estados Unidos, donde a veces parece que las demandas son otro deporte nacional, pero pone sobre la mesa una cuestión interesante: si el usuario tiene derecho a expresar su opinión, ¿puede la empresa defender su marca si esa opinión le perjudica? ¿O es un caso de demandar para asustar a los críticos, como dicen algunos defensores de la libertad de expresión?
Por otro lado, y mientras los usuarios aprovechaban al máximo las facilidades de comunicación de la Red, las empresas se fueron dando cuenta de lo mucho que importaba su imagen en el ciberespacio. De montar una página web pasaron a abrirse una cuenta en Facebook, de ahí a Twitter, de ahí a contratar un community manager y ahora... a los tribunales.
Al fin y al cabo, ahora que las empresas e instituciones saben que su reputación en Internet vale dinero, es lógico que intenten defenderla. Un ejemplo de esto es el que aparece en un artículo en The New York Times.
Un servicio de grúas de Michigan retira un coche a pesar de que estaba bien aparcado. El dueño, indignado por haber tenido que pagar para recuperar su coche, crea una página en Facebook contra la empresa. Y al final, le han demandado por difamación. Le reclaman 750.000 dólares de indemnización.
Es verdad que esto ha pasado en Estados Unidos, donde a veces parece que las demandas son otro deporte nacional, pero pone sobre la mesa una cuestión interesante: si el usuario tiene derecho a expresar su opinión, ¿puede la empresa defender su marca si esa opinión le perjudica? ¿O es un caso de demandar para asustar a los críticos, como dicen algunos defensores de la libertad de expresión?
Fuente: baquia
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