Suena como idea descabellada, pero la hipótesis se apoya en que los rusos ya han ocupado esta técnica en los años sesentas para detener fugas de combustible. Claro, hay un pequeño problema: los soviéticos utilizaron esta estrategia cuando el poder nuclear estaba en boga y se desconocían muchos de sus efectos. Hoy en día, el lanzamiendo de una bomba de este tipo al corazón del Golfo de México es prácticamente injustificable. Otra condición a tomar en cuenta es que los rusos detonaron las bombas en tierra, por lo que las consecuencias de emplearlas en el mar (sobre todo, a una profundidad de 5.000 metros) son incalculables.
BP aún no encuentra la manera de parar el derrame. La frustración provocada por su incapacidad para hallar una solución los lleva a pensar en alternativas alocadas. Hasta ahora, parece que el remedio a esta catástrofe ecológica ocurrirá hasta el mes entrante, cuando la compañía británica termine la perforación de un pozo alterno que le restará presión a la fuga. No obstante, la detonación nuclear es la última carta si este segundo pozo llega a fallar. Ojalá nunca haya que recurrir a medidas tan desesperadas.
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