No es primera vez que un simple mensaje de 140 caracteres enviado al ciberespacio genera polémica. Por lo pronto, se me viene a la mente el caso del candidato al parlamento escocés que fue despedido hace tres meses, cuando hubiera expresado algunas verdaderas joyas de tweets como “Dios, este comercio justo, las bananas orgánicas son mierda. ¿Puedo tener una cultivada por esclavos, mejorada químicamente y modificada genéticamente por favor?”
Y como las grandes corporaciones y el dogma del discurso políticamente correcto no pueden ser contrariados, ayer fue el turno de la editora de CNN para asuntos de Medio-Oriente, Octavia Nasr, de recibir un sobre azul por emitir comentarios inapropiados en su cuenta de Twitter.
La traducción del tweet de la discordia:
Triste escuchar de la muerte de Sayyed Mohammed Hussein Fadlallah … Uno de los gigantes de Hezbolá que respeto un montón.
Ok. Todos coincidiremos en que, tratándose de una reportera empleada por un país que se encuentra precisamente librando una guerra “complicada” en dichas tierras, no parece ser lo más sensato demostrar admiración por uno de los “gigantes de Hezbolá”. Sin embargo, nuevamente nos enfrentamos a serios cuestionamientos como si existe verdaderamente respeto por uno de los más sacrosantos derechos fundamentales -la libertad de expresión- o si realmente un tweet da como para perder tu trabajo.
Por parte de la cadena de noticias, un memo emitido el día de ayer revela que durante la jornada de la mañana se sostuvo una reunión con la periodista, tras la cual decidieron que ella debería dejar la compañía. ¿La explicación? “En este punto, creemos que su credibilidad y su posición como editora de asuntos en Medio-Oriente han sido comprometidas”. Además, el día martes un portavoz de CNN sostuvo que la periodista incurrió en un “error de juicio” que “no se ajusta a los estándares editoriales de CNN”.
Paradójico problema para Nasr, quien ya hubiera hecho noticia previamente en el manejo de las redes sociales, pero no en un aspecto negativo, precisamente; ya que fue la propia CNN quien la hubiera llamado “líder” en la interacción a través de Internet y las redes sociales, tras la cobertura de las protestas realizadas el año pasado en Irán (y que, como recordarán, significó el boom de Twitter como plataforma de periodismo ciudadano).
Nasr se intentó defender afirmando que su consternación por la muerte del ayatolá se limitaba a la lucha que emprendió contra la postura conservadora del Clero en cuanto a los derechos de las mujeres, sin apoyar necesariamente cualquier otra cosa que haya hecho o dicho.
De todas formas, la repercusión mediática del caso ha escapado de los portales más prestigiosos de noticias. En este sentido, el día de hoy Michael Arrington, fundador y editor de TechCrunch, publicó en dicho sitio una columna cuestionándose algunos tópicos como el rol de la opinión en los medios de prensa, cuestión especialmente delicada en pleno apogeo de la Web 2.0.
Así que ya saben, muchachos. Como siempre, la moraleja de la historia es: cuidadito con lo que twittean.
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