Si recuerdan cómo funcionaban los ordenadores y las conexiones a Internet hace diez años (por no hablar de dispositivos móviles), puede decirse que la tecnología de hoy en día se encuentra en otra dimensión. Y sin embargo, para muchos todavía no es lo suficientemente rápida.
Y es que, en esta era de la inmediatez en la que vivimos, queremos que la tecnología sea también inmediata: mejor esperar unos segundos a recibir respuesta a un e-mail que unos minutos, mejor hacer una foto con el móvil y subirla al momento a Facebook que esperar a llegar a casa y hacerlo desde el ordenador, etc.
Así que si no sucede todo al momento, la espera, por mínima que sea, puede generarnos impaciencia y estrés. Una nueva patología que en Intel han bautizado como “síndrome Hourglass”.
Un estudio elaborado por Harris Interactive y patrocinado por Intel desvela que el 80% de los internautas estadounidenses se siente frustrado cuando usa un dispositivo tecnológico, y la mitad se desahoga con alguna acción fuera de tono.
Entre dichas reacciones inapropiadas se señala como la más común (62%) la de gritar o maldecir. También hay quien se desahoga físicamente: el 29% golpea el ratón, y el 24% la paga a mamporros con el teclado o la pantalla.
Otro tipo de efecto secundario que la encuesta revela es la de las oportunidades perdidas por culpa de la lenta respuesta tecnológica, por ejemplo, no conseguir un buen asiento en el avión o en un concierto, o quedarse fuera de una subasta online. Un problema que afecta a casi un tercio (35%) de los encuestados.
Según Margaret Moris, psicóloga e investigadora en Intel, “Estamos estrechamente conectados con nuestros dispositivos. Se convierten en extensiones de nuestro cuerpo y participan en las relaciones con los demás. Cuando nos dejan tirados, la decepción es alta y a veces influyen en nuestros sentimientos:
Por supuesto, com no podría ser de otra forma, Intel propone una sencilla solución para evitar este problema; utilizar procesadores más potentes, de manera que las máquinas tengan más capacidad y no se bloqueen.
Y es que, en esta era de la inmediatez en la que vivimos, queremos que la tecnología sea también inmediata: mejor esperar unos segundos a recibir respuesta a un e-mail que unos minutos, mejor hacer una foto con el móvil y subirla al momento a Facebook que esperar a llegar a casa y hacerlo desde el ordenador, etc.
Así que si no sucede todo al momento, la espera, por mínima que sea, puede generarnos impaciencia y estrés. Una nueva patología que en Intel han bautizado como “síndrome Hourglass”.
Un estudio elaborado por Harris Interactive y patrocinado por Intel desvela que el 80% de los internautas estadounidenses se siente frustrado cuando usa un dispositivo tecnológico, y la mitad se desahoga con alguna acción fuera de tono.
Entre dichas reacciones inapropiadas se señala como la más común (62%) la de gritar o maldecir. También hay quien se desahoga físicamente: el 29% golpea el ratón, y el 24% la paga a mamporros con el teclado o la pantalla.
Otro tipo de efecto secundario que la encuesta revela es la de las oportunidades perdidas por culpa de la lenta respuesta tecnológica, por ejemplo, no conseguir un buen asiento en el avión o en un concierto, o quedarse fuera de una subasta online. Un problema que afecta a casi un tercio (35%) de los encuestados.
Según Margaret Moris, psicóloga e investigadora en Intel, “Estamos estrechamente conectados con nuestros dispositivos. Se convierten en extensiones de nuestro cuerpo y participan en las relaciones con los demás. Cuando nos dejan tirados, la decepción es alta y a veces influyen en nuestros sentimientos:
Por supuesto, com no podría ser de otra forma, Intel propone una sencilla solución para evitar este problema; utilizar procesadores más potentes, de manera que las máquinas tengan más capacidad y no se bloqueen.
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