Podemos demostrar en cinco maneras muy claras que los teléfonos celulares nos están convirtiendo en personas más groseras y que no hacen caso de las llamadas “buenas costumbres”. Está más que claro que muchos de nosotros no podemos salir de casa sin nuestros teléfonos, y que ni siquiera nos fijamos en el impacto que el estar todo el tiempo mirando la pantalla puede tener sobre las personas que nos rodean, incluso si ellos hacen lo mismo.
Los 5 “malos hábitos”:
1. Contestar llamadas mientras se está en el baño:
Parece ilógico, pero hay muchas personas que “para ahorrar tiempo” (y porque viven pegadas a su teléfono), se llevan el aparatito hasta al baño. Lógicamente en este caso puede que reciban una llamada y ¡hasta la respondan!. Ahora, el problema no es que hagan esto en la privacidad de sus hogares, sino que muchas personas contestan las llamadas en baños públicos o semi públicos -como ser restaurantes o afines- y puede ser bastante incómodo para las personas que están al rededor. Hay que simplemente reconocer que hay momentos y lugares donde no es apropiado contestar una llamada, y este es uno de ellos.
2. Mensajes de texto las 24hs:
Acá si que no hay quién se salve, o acaso van a decir que nunca les pasó el estar en una conversación profunda o entretenida con una persona sola o con todo un grupo, y distraerse en el medio porque el interlocutor se pone a mandar un mensaje de texto (o incluso un tweet, gracias a los nuevos clientes de Twitter) sin importarle lo que sea que le estamos contando. Obviamente que el hecho del alto precio de las llamadas hizo que los planes económicos de SMS hayan convertido a este método en la vía principal de comunicación en todo el mundo, pero a veces hay que ser un poquito más respetuoso.
Obviamente mandar un mensaje de texto puede ser mucho menos grosero para nuestro interlocutor que hacer o responder una llamada, pero aún así sigue siendo una práctica molesta que distrae a cualquier persona que esté hablando “en la vida real”. Recuerden que pueden esperar a que su interlocutor termine la frase para mandar el update a twitter o el mensaje de texto, y no quedar tan mal con ellos.
3. Actualizar constantemente el status en las redes sociales:
Todos conocemos a alguien que hace eso, alguien que vive haciendo chek in en Foursquare o cambiando su estado en Facebook más de dos o tres veces al día (acá mejor ni tocamos el tema de Twitter), pero ¿es realmente tan importante hacerle saber a todo el mundo dónde nos encontramos en cada momento y qué estamos haciendo en ese lugar, o contar nuestro estado de ánimo cada 5 minutos?
Lo que nos hace groseros en este sentido es justamente, estar en medio de una conversación y tomar el teléfono para actualizar el estado, o twittear esa frase que nos acaban de decir. Muchas veces sin siquiera darnos cuenta interrumpimos la conversación de tal modo que es imposible retomarla, así que los adictos a las redes sociales necesitamos relajarnos un poco más cuando interactuamos con personas en la “vida real” para que no piensen todos que somos tan mal educados!
4. Configurar llamadas falsas para librarnos de reuniones:
Otro caso del que todos conocemos a quién lo ha hecho; incluso hay aplicaciones que se pueden descargar de modo gratuito para todos los teléfonos que nos permiten configurar el teléfono para que suene con una llamada falsa a la hora y en el momento que lo necesitemos. En este caso sólo simulan atender una llamada importante y se disculpan para salir de la reunión sin que nadie los mire con mala cara.
Por más que esto sea un beneficio personal (sobre todo cuando es una reunión que nos está matando de aburrimiento), hay que recordar que muchas veces las personas que nos rodean pueden ver y escuchar -los de mejor oído- lo que pasa en nuestro teléfono, cuando estamos hablando solos corremos el riesgo de que nos llegue una llamada o mensaje de texto de verdad y quedar muy mal delante de todo el mundo.
5. Hay accesorios que pueden ser tan groseros como el teléfono
Los dispositivos como auriculares bluetooth tienen un excelente uso, ya que nos permiten tener nuestras manos libres mientas hablamos para hacer lo que necesitemos, pero ¡no por eso vamos a tener el bendito aparato en el oído las 24 horas del día!.
Lo que hace que nos convirtamos en las peores personas y más groseras del planeta es tener el aparato en el oído mientras estamos en una reunión con amigos, mientras vamos al cine o incluso cuando vamos a la cama. Hay que ser más considerados con los demás y tener en cuenta que nadie va a querer hablar con nosotros si tenemos ese aparato, ya que no van a saber bien si hablamos con ellos o seguimos hablando “solos” por teléfono. Además la luz azul que suelen tener es bastante llamativa y suele desconcentrar a cualquiera.
Sólo pensemos que, por más que vivimos y trabajamos en un mundo donde casi todos hacen lo mismo, estos malos hábitos nos están convirtiendo en personas cada vez más groseras, sin siquiera darnos cuenta.
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