En una época, se acudía a la ausencia de caramelos, helados, o cualquier otra clase de dulces. Después, la amenaza evolucionó al nivel de las salas de juegos, trasladándose luego a las primeras consolas y sistemas hogareños. Ahora, llegamos al “tiempo en línea”. No son pocos los padres que invocan el clásico esquema de “premios y castigos” frente a una tarea ignorada o calificaciones en baja por parte de sus hijos. Pero a decir verdad, esto ya no funciona tan bien. La tecnología se ha convertido en un factor crítico para millones de usuarios alrededor del globo, no importa si se trata de media docena de ordenadores en una misma casa, o un simple teléfono móvil enviando mensajes a Facebook y Twitter.
¿Pero es posible desconectarse por completo, aún en estos días? Una tal Susan Maushart decidió averiguarlo, sin ninguna clase de delicadeza. ¿Qué hizo? Desconectó la corriente eléctrica de su casa, y con ello, la posibilidad de usar cualquier dispositivo (incluyendo refrigerador y otros) durante seis meses. Llamó a su decisión «The Experiment».
Tanto Susan como sus tres hijos fueron los elementos principales en este “experimento”. Cualquiera hubiese imaginado que sus tres hijos adolescentes se convertirían en psicópatas asesinos a las pocas horas de no poder entrar en Facebook, pero los resultados fueron muy diferentes. Su hijo Ben (15), después de ser un completo adicto a la TV y a los videojuegos, descubrió su gusto por la música y comenzó a tocar el saxofón. Su hija mayor Anni (18) no tuvo tantos problemas, y utilizó mucho la biblioteca de la escuela (ya que podían usar Internet fuera de la casa). Como era de esperarse, la hija más pequeña Sussy (14) fue la que más resistencia opuso. Comenzó por mudarse con su padre (Maushart es divorciada) durante seis semanas con el portátil bajo el brazo, y tras su regreso, hizo lo que muchas otras chicas adolescentes hacían antes de las redes sociales y los móviles: Se colgó durante horas al teléfono (de línea fija) para mantenerse al día.
Adictos tecnológicos
¿Cuál fue la razón? Según Maushart, su familia no “usaba” la tecnología, sino que “la habitaba”, y ella misma se considera una adicta. Si bien cree que desconectarse durante seis meses puede ser poco realista para otras familias, recomienda que al menos se tomen un día a la semana para dejar la tecnología atrás, y que los padres sean mucho más activos a la hora de controlar el tiempo que pasan sus hijos en línea, como ella hace ahora con su hija Sussy, a la que directamente le quita la portátil cuando cree que lleva demasiadas horas conectada.
No está nada mal saber que es posible desconectarse, y que pueden salir buenas cosas de ello, pero la aproximación de Maushart fue algo equivalente a un bombardeo nuclear orbital. Después de todo, usar un refrigerador no tiene nada que ver con “estar conectado”, a menos que dicho refrigerador tenga acceso Web...
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