—¿Son las redes sociales y las nuevas tecnologías un peligro o una oportunidad para los menores?
—Son positivas porque permiten nuevas relaciones, más información... Para los jóvenes, las redes sociales es un medio de conexión e integración, de modo que si no estás en esas redes sociales eres una persona rara. El problema no son las nuevas tecnologías, sino la falta de control y su mal uso. El control parental es difícil porque los menores siempre pueden conectarse en casa de amigos. La clave está en la educación y la información.
—¿Están protegidos legalmente los menores frente al ciberacoso?
—El ciberacoso está prácticamente sin legislar. Los menores y jóvenes están absolutamente indefensos ante el ciberacoso y todo el control no puede recaer sobre los padres. Creo que hay una responsabilidad por parte de los políticos.
—En la Red no todo el mundo es quien dice ser.
—Sí, la mayoría de los adolescentes que entran en las redes sociales falsean las edades y ponen cuatro o cinco años más. Si tienen trece años, dicen que tienen diecisiete. ¿Quién controla eso? ¿Y qué responsabilidad tienen las páginas web?
—¿Están los padres preparados para controlar a sus hijos en la Red o para advertirles de sus peligros?
—No todos tienen conocimientos informáticos para inspeccionar lo que están haciendo sus hijos. El Estado debería garantizar el control de los menores en Internet. Es escandaloso que la familia de la niña de Utrera agredida por un joven que conoció en la Red avisara a la Policía Local y no hubiera una red de prevención en este momento para detectar a ese individuo y buscarlo. Debe protegerse a los menores víctimas del ciberacoso, igual que se hace con las mujeres maltratratadas o acosadas. Debe haber un cambio legislativo para que eso no suceda y también deberían articularse programas específicos de detección, protección y defensa de menores acosados en la Red.
—¿Deben los padres fisgar en los ordenadores de sus hijos y en las redes sociales para saber con quién hablan y de qué hablan?
—Todo control es poco cuando estamos hablando de menores. El problema es cómo se hace eso sin invadir la intimidad de los adolescentes.
—Pero son precisamente los menores los que han perdido el sentido de la privacidad al «colgar» toda su vida en la Red.
—Esto no es ni más ni menos que un calco de la sobreexposición que los adultos están haciendo de sus vidas en Internet y eso lo estamos viendo en Facebook o Twitter. Y estamos hablando de adultos no problemáticos ni psicopaticos.
—Hay padres con cientos de amigos en sus redes sociales que también cuelgan las fotos de sus hijos menores en Internet.
—Eso debería prohibirse. Muchos padres exponen a sus hijos públicamente sin una responsabilidad y conciencia de los peligros que entraña. El Defensor del Menor debería elevar quejas sobre ese riesgo y pedir responsabilidades a quien corresponda. Una cosa es que muestres fotos de tus hijos menores a la familia a través de Internet y otra que las cuelgues en una red social con miles de amigos porque hay quienes sufren psicopatías y buscan en Internet un perfil de menores desprotegidos.
—¿Qué problemas psicológicos genera en los menores la excesiva dependencia de las nuevas tecnologías?
—Un nuevo tipo de adicción porque si no están conectados sufren angustia, frustración, disminución de la autoestima...
—¿Qué síntomas pueden alertarnos de que un niño o adolescente es adicto a las nuevas tecnologías?
—Están irritables y a la defensiva, tienen transtornos del sueño, no se comportan armónicamente, van con personas desconocidas, cambian la rutina, disminuyen su apetito...
—¿Qué deben hacer los padres?
—Poner límites. Un niño no puede estar con la Nintendo diez horas sin control. Insisto, el problema no son las nuevas tecnologías, sino el mal uso que se hace de ellas.
—¿Cuál es el tiempo recomendable para el uso de nuevas tecnologías?
—Los niños no deben usar esos juegos durante la semana porque deben estar concentrados en los estudios. Durante el fin de semana no deberían estar más de dos horas seguidas y según en qué edades. Además, no hay que olvidar que muchos de esos juegos provocan irritabilidad, excitación nerviosa y cansancio cuando se abusa de ellos, lo que es agotador desde el punto de vista neurológico.
—¿Están llegando a su consulta de psiquiatría menores afectados por estas nuevas adicciones?
—Sí, sobre todo desde hace tres o cuatro años. Estamos tratando a chicos de 13 y 14 años con una dependencia absoluta de las nuevas tecnologías. Hay niños y jóvenes que duermen pegados a la Blackberry y antes de decir buenos días ya están conectados; otros se levantan a las tres de la mañana y se ponen a chatear. Además, están creciendo los casos de menores víctimas de ciberacoso, a los que usurpan su correo electrónico, insultan, calumnian o sobre los que difunden datos privados en la Red.
—¿Un niño de 14 años debe tener acceso a redes sociales?
—Sí pero muy controlado por los padres. Todo depende de cómo, cuándo y con quién.
—¿Qué opina de que haya niños con ocho años que ya tienen su móvil?
—Para empezar, un niño de 8 o 9 años no debe tener móvil, salvo por una necesidad concreta, como una excursión. El móvil no está recomendado en menores de 12 años y, desde luego, los colegios deberían prohibirlos.
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