La tradicción del árbol de Navidad proviene, según afirmar varios historiadores, del paganismo centroeuropeo, en el que se rendía culto a los dioses en los bosques y alrededor de deteminados árboles a los que se atribuían poderes mágicos. De hecho, durante la evangelización de Europa, algunos misioneros como San Bonifacio se dedicaron a destruir tanto estos ritos paganos y a derribar estos árboles mágicos.
No obstante, el abeto Navideño simboliza conmemora el nacimiento de Jesús y conmemora el árbol del Eden, pero no el árbol prohibido que supuso la condena de la humanidad, sino aquel que ofrecerá el Fruto de la Salvación, lo cual explica que se adorne con bolas brillantes (sus frutos).
Historicamente, la tradición de adornar abetos en Navidad se remonta a la tradición germánica y se comenzó a utilizar en la ciudad de Estrasburgo en el s. XVII , desde donde comenzó a difundirse hacia el norte, lo cual se explica por el hecho de que los países protestantes rechazan todo uso de imágenes que representen sus creencias, de forma que han adopato un símbolo para recordar el nacimiento del Salvador. Ya a mediados del s. XIX, llega a Gran Bretaña de mano del príncipe Alberto (consorte de la reina Victoria I) y pasará a al Nuevo Mundo con las migraciones protestantes.
Con el paso del tiempo, esta tradición se extenderá también a la tradición católica, en la que está tan arraigada, que hace décadas que en la Plaza de San Pedro en Roma se alza un enorme abeto decorado profusamente junto a un Pesebre. Este es un regalo que hacen todos los años diversas comunidades católicas del centro de Europa al Papa.Fuente: Navidad.es
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