Aunque pueda parecer extraño, cada vez más gente opta por lo segundo, sobre todo quienes con un título en sus paredes quieren ampliar sus conocimientos. Y al igual que aumentan los estudiantes interesados crece la oferta educativa: Khan Academy, TED-Ed, Code Academy o EdX son algunas de las iniciativas que se han convertido en referencia de este nuevo modelo de enseñanza. Sistemas que han hecho de Internet su pizarra y donde alumnos y profesores se confunden, ya que el objetivo es compartir tanto el conocimiento como el tiempo necesario para transmitirlo.
Son casos como el de Rodrigo Martínez, que decidió seguir las clases de Code Year para ampliar sus conocimientos de programación de páginas web: "Es perfecto para obtener un conocimiento general que te permita después profundizar". O el de José María Mateos, quien está apuntado a dos cursos, uno de diseño de programación en Udacity.com y otro de Criptografía de la Universidad de Stanford. "En un par de horas se cuenta más en ellos que en un par de semanas con los profesores que 'sufrí' en la carrera", explica. Ambos estudiantes tienen en común una titulación superior, trabajo fijo y la inquietud suficiente para no estancarse en su formación, además del nivel de inglés necesario para poder seguir los temas.
El éxito del profesor Khan
De todas las nuevas 'escuelas' que han surgido en la Red, Khan Academy es sin duda la más destacada. Un sitio web donde se pueden adquirir conocimientos científicos, financieros o históricos desde un nivel básico a uno avanzado. Su objetivo, como explica Minli Virdone, responsable de estrategia, es "crear una educación libre y mundial para cualquiera, en cualquier parte".
La academia toma el nombre de Salman Khan, su fundador e impulsor. Este profesor estadounidense arrancó el proyecto en 2004, cuando tuvo que ofrecer una tutoría a distancia a un familiar sobre un problema de matemáticas. Al principio lo hizo por teléfono y con una simple pizarra en red. Pero después más personas le pidieron ayuda y decidió publicar vídeos con sus clases en YouTube. Desde entonces, en Khan Academy se han publicado más de 3.200 grabaciones apoyadas por una comunidad de estudiantes, profesores y voluntarios que pueden desde analizar sus progresos hasta preparar un plan de estudio diario o conseguir 'chapas' virtuales con sus logros.
"Todo el mundo debe tener la posibilidad de sacar sobresaliente"Minli Virdone, responsable de estrategia de Khan Academy
El éxito de esta plataforma -más de 145 millones de vídeos reproducidos y 4,7 millones de usuarios mensuales en abril de 2012- demuestra que hay tantas personas dispuestas a aprender como preparadas para compartir sus conocimientos. Otra prueba de su potencial es que se haya constituido como una organización sin ánimo de lucro y que cuente con trabajadores como John Resig -desarrollador de jQuery- o Craig Silverstein -el primer empleado de Google después de sus fundadores- financiados de forma desinteresada, entre otros, por Google y la Fundación Bill y Melinda Gates.
La clave de Khan Academy no es su plataforma de aprendizaje, que sería fácil de replicar, sino la calidad de su contenido. Los 'reyes' son sus vídeos, que elaborados por Salman Khan y sus colaboradores hacen del aprendizaje algo sencillo. Tanto que diversas escuelas tradicionales de San Francisco van a introducirlos en las aulas para analizar si merecería la pena llevar a cabo una adaptación completa.
"Podemos hacer mucho más, mejorar la cantidad y la calidad de nuestro contenido y mejorar nuestra plataforma para facilitar la experiencia de aprendizaje", resalta, inconformista, Virdone. Su próximo paso será publicar clases de medicina en colaboración con la Universidad de Stanford para aligerar las sesiones de lectura universitarias. Un paso más hacia un cambio que, según Khan Academy, acaba de empezar y debe hacer que "el contenido educativo sea gratuito".
Remezclar para enseñar
Similar pero muy diferente a Khan Academy es la iniciativa educativa lanzada por la organización sin ánimo de lucro TED, reconocida por las populares -y exclusivas- charlas que organiza anualmente. El objetivo de TED Education (TED-Ed) no es sólo hacer accesibles sus clases en vídeo a todo el mundo, sino sobre todo permitir que cualquiera pueda crear su propia lección con un vídeo obtenido de Internet.
Logan Smalley, director de la plataforma, explica que lo que llaman 'Flip' es la posibilidad de "remezclar otras clases para hacerlas tuyas". Algo que ya han hecho más de 2.000 personas y que se puede realizar de dos maneras. Una es reutilizar uno de los más de 60 vídeos recomendados por TED-Ed y modificar las preguntas -abiertas o cerradas- que lleva asociadas y la información de contexto. Otra es coger cualquier vídeo de YouTube, crear unas preguntas propias, añadir más información y publicarlo en forma de clase en este sitio web.
Esta iniciativa, a diferencia de Khan Academy, está dirigida hacia lecciones individuales y no al aprendizaje de materias completas. "Ellos están más enfocados en enseñar cómo hacer algo y nosotros queremos picar la curiosidad de posibles estudiantes", explica Smalley. Sin embargo, confía en que, con el tiempo, pueda haber experiencias íntegras de aprendizaje de materias específicas como matemáticas, física o economía.
Además, Smalley resalta que cuentan con un 'feedback' positivo de profesores y estudiantes: "Con esta plataforma todo el mundo es un estudiante y un profesor en potencia. La clase es un gran lugar para aprender, pero el aprendizaje ahora está en todas partes todo el tiempo". Y advierte de que el aprendizaje en la Red "es un gran apoyo pero no lo es todo. Es bueno para colaborar y despertar la curiosidad de la gente, para que en las clases haya más tiempo para hacer otras cosas".
Programa, programa, programa
Si hay una demanda importante de aprendizaje en la Red es sin duda la relacionada con la programación. Cada vez más gente quiere aprender a hacer una página web interactiva, una aplicación o un programa sencillo que le facilite su vida diaria. HTML, CSS, Javascript o Ruby son términos muy habituales y demandados en la enseñanza 'online'. Tanto que quien esté dispuesto a dedicarle tiempo y recursos no necesita gastar ni un euro para aprender los fundamentos de alguno de estos lenguajes que, además, pueden llegar a ser una excelente salida profesional.
"La gente quiere saber y poder demostrar sus habilidades sin importarle si recibe o no un título"
Zachary Sims, cofundador de Code Year
Con tan simple premisa, el curso ha resultado un éxito y su número de estudiantes en todo el mundo se acerca a los 500.000. Una de sus claves son los 'tablones' donde unos contestan las dudas de otros: "Nadie tiene que parar [de aprender] si no tiene un profesor a mano", explica Sims. "Damos prioridad al aprendizaje práctico para asegurarnos de que los estudiantes escriben código mientras lo aprenden", añade.
El fundador de Code Year y Code Academy no ve como un problema el que al final de sus clases no se vaya a entregar un diploma: "Eso habla de la importancia de las habilidades por encima de los diplomas en el siglo XXI. La gente quiere saber y poder demostrar sus habilidades sin importarle si recibe o no un título", explica. En sus propias palabras, es una "democratización de la educación donde la gente tiene la opción de aprender lo que quiere, a su ritmo y esté donde esté".
Las universidades también cambian
Una idea que, además de Sims, comparten otros expertos. Recientemente, en 'The New York Times', el comentarista David Brooks escribía sobre la irrupción en los campus universitarios de un 'tsunami' que supondrá la reestructuración del modelo educativo a través de Internet. Aseguraba que aunque "las dudas están justificadas hay razones para ser optimistas" porque "la educación 'online' permitirá a millones de estudiantes acceder a los mejores profesores". Además, podría reforzar el papel de las escuelas como centro de transmisión del conocimiento, debate o investigación si se puede suprimir de su cartera de labores la de enseñar datos o replicar en persona el contenido de los libros de texto.Code Year es precisamente la herramienta escogida por Rodrigo Martínez para ampliar sus conocimientos de programación. "Sabía algo de HTML y CSS pero quería aprender Javascript", explica. Reconoce que hasta ahora ha logrado su objetivo pero que "si todo el curso estuviese disponible desde el principio podría haber avanzado más rápido". También destaca la ayuda que los estudiantes se prestan entre sí y reconoce que si su nivel fuese mayor estaría "dispuesto a ayudar a otros a aprender y avanzar".
iTunes U, de Apple, y EdX, del MIT y Harvard, son dos de las plataformas con que las grandes universidades se suman a la tendencia
En estas clases, comparadas con las de la Universidad, "no hay color", destaca Mateos. También hace hincapié en el hecho de que "los foros son muy activos y si uno tiene la posibilidad de perderse por ellos puede tirarse horas muertas discutiendo con el resto de estudiantes y profesores, que también leen y contestan de vez en cuando".
Esta nueva oportunidad no es despreciada por las grandes universidades. Muchas de ellas se han volcado con Apple en iTunes U, la plataforma educativa de la compañía de la manzana que permite descargar clases -gratuitas y de pago- de más de 1.000 universidades de 123 países, entre ellas varias españolas. Incluso algunos centros de educación primaria y secundaria e instituciones como Khan Academy han publicado sus lecciones en la tienda de Apple.
Asimismo, centros como Stanford o el MIT son pioneros en distribuir en impartir cursos a través de Internet y ambas cuentan ya con grandes plataformas para evolucionar en este terreno. El citado MIT, por ejemplo, lanzó recientemente EdX junto a la Universidad de Harvard. Un programa que incluye desde cursos completos a cuestionarios elaborados por los estudiantes o laboratorios 'online' que estará plenamente disponible en los próximos meses.
Compartir, llave del cambio
Aunque es difícil poner pegas a estas nuevas vías de aprendizaje, casi todos los expertos consultados coinciden en que todavía no son una alternativa a la formación superior tradicional, sino más bien un complemento. Es más, cada uno de estos sistemas se puede entender de forma diferente por su carácter teórico, práctico o de apoyo formativo. Por eso algunas, como Khan Academy, tratan de introducirse en la educación tradicional para facilitar el aprendizaje de ciertas materias a cambio de fomentar el debate o la discusión en torno a ellas.Su principal inconveniente es el idioma. Ya es posible aprender matemáticas, física, historia, programación o criptografía a través de Internet. Pero para hacerlo hace falta un alto nivel de inglés porque ni las plataformas ni la mayor parte de su contenido están aún traducidos a otros idiomas. Sin embargo, como reconocen sus responsables, es cuestión de tiempo. De hecho, tanto TED-Ed como Khan Academy admiten ya contenido en otras lenguas y trabajan con voluntarios en la traducción de sus páginas.
Un hecho que prueba que, al igual que ocurrió con la expansión de la Wikipedia, para la democratización de la educación sólo hace falta gente dispuesta a compartir. En el caso de la enciclopedia libre el requerimiento fue compartir conocimientos. En el de estas plataformas es compartir, además, tiempo. Tiempo para articular y enseñar lo que cada uno sabe y aprender lo que los demás conocen. Como asegura Minli Virdone, de Khan Academy, "estamos en un momento y lugar en el que realmente podemos otorgar al mundo la posibilidad de aprender".
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