Estar conectados a nuestros perfiles de Twitter y Facebook a cada momento nos hace parecer más inteligentes, pero en realidad merma nuestras capacidades intelectuales, según afirma un nuevo estudio publicado por la Royal Society. Las redes sociales constituyen una fuente primaria de información para muchos usuarios, aunque algunos estudios afirmen que leemos noticias sin pretenderlo y que en realidad siempre nos conectamos para saber qué hacen nuestros conocidos. Sea de casualidad o no, leer los artículos publicados por nuestros contactos nos hace estar al tanto de lo que ocurre, pero no agudiza nuestro intelecto, ya que la sobreinformación a la que nos exponemos a través de las redes disminuye nuestra concentración, contemplación y reflexión, ha demostrado este trabajo.
Para obtener esta conclusión, los investigadores entrevistaron a un grupo de 100 universitarios divididos en cinco grupos que utilizaban redes sociales diferentes y asignadas al azar. La mitad de los voluntarios estaban conectados con todos los demás, mientras que el 50 por ciento restante no tenían ningún tipo de conexión con el resto. Los científicos sometieron a los participantes serie de preguntas basadas en el razonamiento analítico para comprobar su nivel intuitivo. Los resultados mostraron que los primeros eran más propensos a reproducir las respuestas correctas de sus contactos que a razonar las suyas propias. Las redes sociales ayudaban a los voluntarios a elegir mejores respuestas, pero les eximían de aplicar su propio razonamiento analítico.
La tendencia a copiar "hace que parezcamos más inteligentes cuando en realidad cada vez pensamos menos", concluyen los autores del estudio. En vista del hallazgo, quizá debamos buscar fuentes de información alternativas y desistir en nuestro empeño de aparentar intelecto en nuestros perfiles digitales, sobre todo los hombres, que son quienes intentan parecer más eruditos.
Para obtener esta conclusión, los investigadores entrevistaron a un grupo de 100 universitarios divididos en cinco grupos que utilizaban redes sociales diferentes y asignadas al azar. La mitad de los voluntarios estaban conectados con todos los demás, mientras que el 50 por ciento restante no tenían ningún tipo de conexión con el resto. Los científicos sometieron a los participantes serie de preguntas basadas en el razonamiento analítico para comprobar su nivel intuitivo. Los resultados mostraron que los primeros eran más propensos a reproducir las respuestas correctas de sus contactos que a razonar las suyas propias. Las redes sociales ayudaban a los voluntarios a elegir mejores respuestas, pero les eximían de aplicar su propio razonamiento analítico.
La tendencia a copiar "hace que parezcamos más inteligentes cuando en realidad cada vez pensamos menos", concluyen los autores del estudio. En vista del hallazgo, quizá debamos buscar fuentes de información alternativas y desistir en nuestro empeño de aparentar intelecto en nuestros perfiles digitales, sobre todo los hombres, que son quienes intentan parecer más eruditos.
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