De origen oriental e inspirado en las técnicas de lucha de las artes marciales, el popular juego consta de tres opciones, piedra, papel y tijera, que vencen y son vencidos mutuamente, de modo que todas ellas tienen las mismas probabilidades de ser escogidas en cada ronda (un tercio). Por esta razón y según la teoría clásica de juegos, los jugadores ganarían asignando sus opciones completamente al azar, a fin de resultar imprevisibles y que sus rivales no puedan anticiparse a sus movimientos, patrón conocido como el equilibrio de Nash. Los científicos intuían, sin embargo, que bajo la mecánica del juego subyacían patrones de comportamiento, ya que el cerebro humano no logra actuar con absoluta aleatoriedad.
Para esclarecerlo, los investigadores, pertenecientes a la Universidad de Zhejiang (China), convocaron una competición en la que participaron 360 individuos, incentivados además por una retribución monetaria proporcional al número de victorias. Los resultados de la observación mostraron una tendencia a repetir las jugadas ganadoras, y a cambiar las jugadas perdedoras siguiendo como patrón el nombre del juego (piedra-papel-tijera). Así, cuando los jugadores sacaban “piedra” y ganaban, volvían a sacar “piedra” en las siguientes rondas con más frecuencia de lo que se esperaría al azar. En el caso contrario, en que sacaban "piedra" y perdían, solían optar por el "papel" en las rondas sucesivas. Esta estrategia de juego ha sido denominada como "respuesta condicionada".
En vista de los resultados, para salir victorioso bastaría con evitar este patrón. Es decir, si somos capaces de superar la necesidad de repetir una jugada en caso de ganar y de cambiarla cada vez que se pierda, podremos desconcertar a nuestro rival y vencer en un mayor número de ocasiones. La pregunta ahora es si esta fórmula es extensible a la modalidad de "lagarto" y "Spock".
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