Las vacaciones son una época del año en la que más uso damos a nuestro teléfono móvil. Nos lo llevamos a la playa, a la piscina… Tanto tiempo pasa con nosotros que incluso lo descuidamos sin darnos cuenta de que el calor puede estropear nuestro «smartphone».
«Las altas temperaturas afectan a todos los equipos electrónicos», explica Héctor Solar, ingeniero delCentro de Estudios e Investigaciones Técnicas (CEIT). Y en los teléfonos, el calor puede estropear el chip, la batería… «y al final todo repercute en el rendimiento general del móvil», apunta el experto.
La primera medida que todo usuario debe poner en práctica es no dejar el «smartphone» al sol. «Es terrible», apunta este experto, quien añade que el funcionamiento del móvil genera calor ya de por sí. «Si añadimos el aumento de temperatura que provoca el sol, el teléfono corre un grave peligro», asegura.
Este experto aconseja dejarlo siempre a la sombraY, si te lo llevas a la playa, no tienes sombrilla y va a ser inevitable que el sol incida sobre él, «convendría apagarlo», asegura Solar, «aunque -continúa- esta opción podría desencadenar que labatería se estropease. Así que, para evitar posibles consecuencias, si nos vamos a ir a un sitio en el que no vamos a poder poner nuestro teléfono a la sombra, lo mejor será dejarlo en casa».
No hay que olvidar que la batería es la parte más sensible de un teléfono, recuerda el experto. «Soporta unos 60 grados. Sin embargo, el resto de la electrónica ha sido diseñada para que aguante hasta los 100». Y ya sabemos que la duración de la batería es la asignatura aún pendiente de los fabricantes de móviles. Si esta se estropease por culpa del calor, ya no duraría ni un día.
«La carcasa, por ejemplo, también se puede deformar. Es un elemento muy sensible al calor pero tiene menos importancia, ya que por muy poco dinero podemos reemplazarla», ejemplifica el experto. Pero ¿y si el calor estropea el «corazón» del móvil tras una jornada larga de playa?.
Todo depende de qué elemento se rompa. Tal y como explica Solar, «si se rompe el microprocesador interno, no merecería la pena repararlo». El coste de esta reparación podría suponer el gasto en un teléfono nuevo. «Sí podríamos, por ejemplo, comprar una nueva batería si la de nuestro teléfono es extraíble», reseña. Lo mismo podríamos hacer con otro de los elementos más frágiles: la pantalla.
EFE