Con la llegada del verano, las zarzas empiezan a recibir el sol que necesitan para la salida y maduración de sus frutos, que están listos para ser recogidos y disfrutados alrededor de septiembre, momento en el que las moras, blackberries en inglés (tanto rojas como negras) pueblan sus ramas. Y parece que Blackberry está empezando a seguir la senda de los frutos silvestres que le dan nombre. Y es que después de unos cuantos años, en los que la compañía ha intentado prácticamente de todo para revertir sus malos números. Incluso, en un movimiento singularmente complicado, han dado pasos erráticos en lo referido a la producción de smartphones. Recordemos que, hace solo unos meses, en septiembre del año pasado, la compañía anunció que abandonaba el mercado de estos dispositivos, medida en la que posteriormente dio marcha atrás, anunciando un nuevo dispositivo que llegará próximamente al mercado.
El caso es que, pese a estos cambios de criterio, y cuando la mayoría de los inversores no mostraban confianza alguna en la compañía canadiense, la consultora Citron Research ha emitido un informe singularmente positivo sobre la tecnológica, en el que apunta a que sus títulos pueden llegar a revalorizarse hasta los 20 dólares en 24 meses, frente a los 6,68 dólares de marzo de este mismo año, o los 6,23 hasta los que descendió hace tan solo un año. El resultado de dicho análisis ha provocado una inesperada subida en la cotización de sus acciones, como se puede ver en el gráfico siguiente:
Imagen de Yahoo Finanzas
Ahora bien, ¿a qué se debe este optimismo? ¿Esperan unas ventas formidables de su nuevo smartphone? ¿Quizá piensan que Blackberry será capaz de recuperar la posición que ocupaba en el mercado hace algunos años? Pues no, en realidad las buenas perspectivas para la compañía no tienen nada que ver con los dispositivos móviles. El futuro de Blackberry pasa por los coches autónomos y por Internet de las Cosas. Es más, en mi opinión cualquier esfuerzo (e inversión) relacionados con los dispositivos de bolsillo será una pérdida de dinero, recursos y tiempo para la tecnológica canadiense. Pero hagamos un poco de historia para entender qué está pasando.
Allá por agosto de 2014, Blackberry anunciaba que creaba una división en la que agrupar sus activos con mayor potencial, en un primer paso para replantearse sus actividades. Un buen paso a ese respecto lo vimos en diciembre de 2015, cuando la compañía empezó a apuntar hacia Internet de las Cosas, y hace solo unos meses, ya te hablábamos de la importancia que los coches autónomos podían tener para las cuentas de los canadienses.
En el epicentro de todos estos cambios se encuentra QNX, un sistema operativo diseñado específicamente para realizar operaciones en tiempo real, algo fundamental para los sistemas de funcionamiento de los vehículos autónomos, puesto que estos deben recoger un gran volumen de información, procesarla a la mayor velocidad posible y dar respuesta de inmediato si, por ejemplo, una persona se cruza de manera inesperada en la ruta de un vehículo. QNX, y los desarrollos alrededor del mismo llevados a cabo por los ingenieros de la compañía, han convertido esta plataforma en una opción ideal para los fabricantes de motor que desean instalar este tipo de sistemas en sus vehículos.
Así, ahora todo depende de la habilidad que tenga Blackberry para firmar acuerdos con la industria del automóvil. Si consigue jugar bien sus cartas, el informe de Citron Research podría resultar de lo más acertado, y en tal caso estaríamos hablando de una nueva Blackberry, ya lejos de los teléfonos móviles, pero de nuevo en el epicentro del sector tecnológico, y con la capacidad de volver a brillar tal y como lo hizo en sus viejos buenos tiempos.
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